domingo, 15 de enero de 2012

Quien quiera peces que se moje el culo!

Dice el refrán que quien quiera peces que se moje el culo. Por lo que ayer sin pensármelo dos veces cuando me ofrecieron para ir a pescar dije, ¡si!, ya vería como me escaqueaba del trabajo. Llevo mucho tiempo sin comer pescado y no iba a dejar pasar una oportunidad así. Por la mañana avisé en el estudio que a la tarde me tenía que ir a pescar y la verdad es que, Eduardo, siempre está preocupándose para que esté lo mejor posible y no me puso la menor pega por faltar al trabajo para ir a pescar, solo me deseó mucha suerte. Después de comer vino a recogerme Machingo, que es el marido de la sobrina de Clelia, un tipo curioso la verdad, pero muy buena gente. Fuimos al río dulce, no muy lejos de Santiago, a Maco. Preparamos las cañas y al agua, estoy seguro que hacía muchísimo calor pero con las ganas que tenía de pescar y sobretodo de comer pescado, la verdad no sentí, ni frío ni calor y eso que fuimos a la hora de la siesta que es cuando más calor hace. Al comienzo no había movimiento alguno pero no desesperé, solo miraba el bonito paisaje y la paz que me rodeaba, solo veía agua y árboles en las dos orillas y escuchaba el agua y el canto de los pajarillos, nada más. Cuando de repente siento un picotazo, y ahí estaba, el primer pez que pesco en Argentina, una Boga, la verdad es que no era muy grande, no llegaba ni a un kilo, pero a mi me pareció como si sacara un tiburón. Es un pez muy lindo y me han dicho que es el más rico, todavía no lo sé. Casi seguido picaron otras dos bogas, y al final cunado ya estábamos por irnos el broche de oro lo pusieron los bagres, mucho más grandes, y feos como ellos solos. No sé que tal serán, desde luego se parecen al barbo que no es muy rico, aquí la gente dice que son riquísimos, pero con el tiempo he aprendido que no hay que fiarse de los criterios de la gente, hay que probarlo y juzgarlo uno mismo, por que si te fías de la gente ..., muchas veces no ve a ser lo que esperabas.




 Machingoen el Rio Dulce

 Que guapos son los bares, ¿eh?



domingo, 8 de enero de 2012

Una navidad...... diferente

 Desde Argentina, Feliz 2012 a todos!!!!
La navidad es una fecha complicada cuando estas fuera de casa. Yo nunca he sido muy partidario de celebrar la navidad, no por no juntarme con la familia, sino por todo lo que conlleva la navidad. Yo no soy creyente y por desgracia ya no creo en Olentzero, entonces no entiendo que necesidad hay de juntarse en navidad cuando todo es mucho más caro y todo el mundo va corriendo, creo que se debería aprovechar esos días para estar tranquilamente sin necesidad de preparar una ceremonia en la que nadie cree y celebrar con la familia cualquier otro día del año. Este año ha sido el primero que no he estado con la familia, cercana digamos, y a pesar de todo lo que pienso, reconozco que he tenido cierta morriña. Se me ha echo raro no ir a casa de la amona a cenar y más aún no ir a esquiar, es el primer año nuevo desde hace mucho que no lo paso en Candanchu, y además recuerdo que por muy mala que fuera la temporada en noche vieja siempre nevaba, aunque sea un poquito y el uno, con mucho sueño, las montañas siempre te regalan uno de los mejores días de toda la temporada. Estas navidades han sido diferentes, las luces que había en la calle me recordaban que estaba en navidad, mi cerebro no asumía una navidad con mas de cuarenta grados, además son las primeras navidades que he estado fuera de casa y encima son las primeras que he tenido que trabajar, creo que no hace falta que diga que de esquiar ni soñar. Han sido tranquilas en familia, me lo he pasado bien, aunque de todas formas prefiero que en navidades haga frío.
Feliz 2012 a todos!!!

Santiago del Estero

Que difícil se me hace escribir sobre Santiago.

Es una ciudad de unos 400 mil habitantes en el centro pero tirando hacía el norte de Argentina. No hay nada en especial, ni una cultura pre hispánica importante, ni bonitos paisajes, en realidad es más bien feucha y el clima es horroroso, hace un calor que hasta las lagartijas se ponen a la sombra, el día pasado 46º C y estamos en primavera, creo que lo mejor de Santiago es el calor de su gente. Y aquí estoy trabajando en un estudio, haciendo un colegio de secundaria y la legislatura de la provincia, además de unas cuantas obras privadas. Surrealista ¿no?, pues a mi si me lo parece, quien me iba a decir a mí hace unos meses que mi primer trabajo como arquitecto sería en Santiago. La verdad es que estoy contento, en el estudio somos cuatro, Eduardo el jefe y alma del estudio, es una de esas personas que cuesta encontrar, es encantador, siempre dispuesto a ayudar y agradar. Siempre me suele llevar de paseo para que conozca a gente, lugares…, luego está Manuel que es su primo y socio, es con el que menos trato tengo pero también es majo y la otra currito es María José, que es con la que más tiempo estoy en el estudio, la más joven, después de mí claro. Manuel y María José, son dos de esos tantos, que huyeron del corralito y han vuelto huyendo de la crisis. Hacemos un buen equipo. No voy a entrar en detalles sobre el trabajo, no quiero aburriros, pero es increíble como se juega con el dinero público. En España estoy seguro que también se asignan proyectos a dedo y a lo mejor con la misma poca vergüenza que aquí, pero de verdad lo que estoy viendo y aprendiendo no tiene precio…. Es increíble como influye ser amigo de los políticos y todas esas cosas, que aunque todos lo sabemos cuando estas dentro de ese círculo alucinas. Pero bueno para luchar contra eso, antes hay que saber como funcionan, así que aunque me cuesta horrores, en las reuniones muchas veces tengo que callarme lo que pienso. Un ejemplo rápido, con el clima tan agradable que hay en Santiago nos han pasado un proyecto “básico” pero muy básico, en el que proponen que la legislatura, que es inmensa sea entera de vidrio!!!!! Están locos. Eso no me pude resistir a criticarlo, enterrándoles con montones de argumentos, económicos, climáticos… pero me respondieron con una lapidante frase, “el gobernador lo quiere de vidrio”. ¿Qué haces entonces? La verdad es que como arquitecto me da vergüenza ajena que alguien haya podido proyectar algo así y no me voy a cansar en mi intento de cambiarle la fachada, aunque mi nombre no va a figurar en ninguna parte como responsable de semejante error, ni nunca vaya a trabajar ahí adentro y aunque sepa desde ya que no voy a conseguir cambiarlo. Pero a pesar de estos detalles estoy volviendo a recuperar la confianza perdida en la arquitectura, en los proyectos particulares tenemos que diseñar todo, hasta el pomo de las puertas, me dejan muchísima libertad a la hora de diseñar y poco a poco me está volviendo a gustar la arquitectura. Aunque durante la carrera me lo he pasado genial y me he divertido mucho proyectando, con el fin de carrera le había cogido manía y durante un tiempo no he quería saber nada.

Por lo demás mi vida errante ha pasado a ser sedentaria en un par de semanas, aun que no sé por cuanto tiempo… Por ahora estoy buscando un pisito, que entre dentro de mis posibilidades, para no molestar más en casa de Raúl y Clelia, que son primos segundos de mi padre y donde estoy alojado.

Estoy en un ambiente completamente nuevo para mi. No estoy acostumbrado a reuniones con constructores, ni a tratar con jueces, ni fiscales, no se como serán en su vida profesional, yo les conozco por su apodo y la verdad es que son muy buena gente, o por lo menos con migo se portan muy bien. Mi situación acá es rara y no se como explicarla. He entrado de casualidad en un círculo nuevo pero en el cual me aceptan como uno más. Todavía me río hacia adentro cuando me llaman arqui, pero aun que sea triste ser Europeo y encima arquitecto, ayuda.

No tengo ni idea el tiempo que me voy a quedar y aunque la gente me lo pregunta casi a diario, supongo que el día que me aburra haré la mochila, la pondré en mi espalda y seguiré mi viaje, ¿a donde? Eso no lo sé.

Salta, Jujuy y el sur de Bolivia

 Quebrada de Cafallate, sencillamente impresionante

 Con Eugenia


 

 Frase para tenerla en cuenta:" la tierra no es una herencia, sino un préstamo de nuestros hijos"

De Tarija a Santiago, pasando por comisaría

Me desperté en Tarija (Bolivia), tenía que volver a Santiago del Estero (Argentina) a una entrevista. Me habían presentado a un arquitecto Eduardo, con el que había ido a ver las obras que estaba haciendo, le debí de caer bien o le parecí responsable o simplemente no conocía ningún otro arquitecto, no lo sé el caso es que me llamo para hablar y me dijo que si estaría dispuesto a trabajar con el, le conteste depende, tenía que pensarlo, eso suponía parar viaje que estaba siendo increíble, después de mucho meditarlo decidí que no era pararlo sería un paréntesis para aprender, ahorrar y así poder seguir el viaje. El caso es que estando en Bolivia tenía que volver, me costó muchísimo. Desde Tarija fui en un coche compartido hasta Aguas Blancas, frontera con Argentina. El río Paraná hacía de frontera esta vez, era pura selva, con mangos y papayas por todas partes, nada que ver con la Quiaca, mucho más árida. Crucé sin problemas la frontera. De nuevo surrealista, un montón de gente cruzándola con diferentes objetos, el único guiri, yo. De ahí fui a un pueblo más grande donde Salía a la tarde un autobús que pasaba por Santiago, salía a las 21,00 y llegaba a las 7,30 por lo que tenía un montón de horas de espera. Fui a un ciber y respondí a los mensajes, leí el periódico tranquilamente, cuando salí vi a un grupito de Bolivianos en la taquilla intentando comprar el billete, no sé muy bien por que me acerqué, me parecieron buena gente supongo. Me puse a escuchar la conversación, enseguida me percaté que no sabían leer, se veía que eran gente muy humilde, de campo. Tenían que ir a Mendoza, está muy lejos y no había autobús directo, el vendedor les dijo que no tenían que esperar casi nada (luego me enteré que tenían un trasbordo de 12 h y entre ellos había una que estaba embarazada), cuando les dice el precio me llamo la atención, 500 pesos, me pareció mucho y le pedí a uno de ellos que me dejara ver los billetes, eran dos uno de 170 y otro de 230, en mi pueblo eso suma 400 y creo que en Argentina también. Estaba indignado, como alguien puede ser tan hijo de puta de robar a una gente que se ve que no tienen nada? si quieres robar, roba a los ricos, así que si dudarlo se lo dije, cuando de repente veo que sale el vendedor de billetes directo hacia mi y me empuja, mientras me gritaba, sin casi tiempo para reaccionar le solté un puñetazo en la nariz que lo tiró para atrás. Creo que soy un tipo tranquilo, pero también se que soy de sangre caliente y demasiado impulsivo cuando me enfado, nunca había pegado a nadie en serio y no sé muy bien por que lo hice, no es que me arrepienta por que realmente se lo merecía, pero esas no son formas. Claro os podéis imaginar el revuelo que se armó en cuestión de segundos, hasta que llego la poli y todos a comisaría. La verdad es que como todo había sido tan rápido y yo estaba seguro que no había echo nada malo estaba muy tranquilo. Llegamos y nos preguntaron que había pasado, yo lo explique con todos los detalles. Luego vi que vino más gente de la estación a hablar con la policía, mientras los Bolivianos, que estaban con migo en comisaría no dejaban de darme las gracias, diciéndome que en Argentina, la gente se aprovechaba de los Bolivianos que venían del campo, más adelante en diferentes situaciones he comprobado que es verdad, y que no era habitual que la gente diera la cara por ellos. A todo esto yo tenía el billete para las 21,00, y no sabía ni que hora era ni cuanto tiempo íbamos a estar ahí metido. Esto pudo ser tranquilamente el final del viaje, pero por suerte los polis que me cruce no eran corruptos y tras comprobar lo que sucedió nos dejaron en la estación de nuevo.

25 Primaveras que no volveran

Me voy poniendo viejo, pero la verdad no me puedo quejar. El día pasado cumplí un cuarto de siglo, en un lugar increíble y con una compañía inmejorable. Quien me iba a decir a mi hace unos meses cuando estaba hasta los huevos del fin de carrera que cumpliría tan simbólica fecha en Argentina. Me fui a Salta donde había quedado con una amiga que trabaja en Bolivia, Eugenia.

A Salta le llaman “Salta la linda” y creo que hace honor a su apodo, me pareció aún siendo muy parecida al resto de ciudades que tenía una chispa que otras no tenían, era una ciudad con mucha vida. Cuando llegué a la estación de autobuses, ya me estaba esperando, la pobre llevaba casi un día entero de viaje, aquí las distancias son enormes! y lo que en mapa parece cerca, puede que sean 10 horas más todos los retrasos inesperados. Estaba con una chica que había conocido durante el viaje, Julie, una francesa que llevaba un año dando la vuelta al mundo y estaba en su último mes de viaje. Llevábamos mucho tiempo sin vernos y tras buscar un poco sitio para dormir fuimos a pasear y a tomar algo mientras hablábamos de nuestras vivencias durante estos meses y de paso hacer tiempo para la cena. Como en Bolivia la carne no debe de ser muy buena fuimos a comer asado, con un buen vino, Salta es una de las provincias que más vino producen de la Argentina. Cenamos y como todos estábamos cansado por el viaje nos fuimos a dormir prontito, para aprovechar.

Al día siguiente, desayunamos tranquilamente en la plaza mientras decidíamos que hacer. Queríamos ver la quebrada de Humahuaca el problema era que había tramos que no había colectivos y había que contratar camionetas, lo que encarecía bastante, por lo que decidimos alquilarnos un coche, para poder ir más tranquilos. El paisaje era impresionante en muy poco tiempo pasabas de una zona más o menos boscosa, a algo parecido a Marte, luego a un desierto con pequeños oasis alrededor del río y de ahí a miles de hectáreas de viñedos. Al final llegamos a Cafayate donde nos quedamos a dormir, me acuerdo que el vino que tomamos a la cena estaba riquísimo Quara creo que se llamaba la bodega. A la mañana visitamos una bodega de la zona, que casualidades la habían fundado unos Vascos, somos una plaga, jeje y de ahí fuimos por una pista por en medio de la nada durante un montón de horas, el camino estaba lleno de baches y en muchos tramos no entraban dos coches a la vez, pero la verdad es que no había apenas tráfico. Tardamos 4 horas y pico para hacer 150 km, aunque íbamos, que si un pueblo abandonado, miles de cactus juntos, quebradas que aparecían en par de curvas y desaparecían… hasta que por fin llegamos a Cachi donde comimos tranquilamente en la plaza del pueblo. El pueblo era tranquilo, pero como estábamos cerca de la Poma que nos habían recomendado ir a ver, después de descansar un rato nos pusimos en ruta. La Poma era un pueblo donde se terminaba la carretera, estaba bastante alto tres mil y pico, metida entre inmensas montañas. Nos habían recomendado que comiéramos trucha, que las pescaban ahí mismo y por fin después de casi tres meses volví a comer pescado, lo extraño muchísimo creo que, en comida, es lo que más extraño y aunque la trucha nunca ha sido uno de mis pescados favoritos me supo a gloria, además mientras comía era muy consciente de que podía ser la última en otros tres meses!

A la mañana siguiente nos levantamos pronto para ir a visitar la garganta del diablo, una cueva que había cerca. La verdad es que era impresionante, me hubiera podido quedar horas sentado mirando el paisaje, pensando, descansando, pero teníamos un poco de prisa por llegar a Salta de nuevo para devolver el auto. El camino de vuelta como todo lo que habíamos recorrido fue muy cambiante, y tuvimos que bajar muchos metros de desnivel en un puerto, que hubiera sido precioso para hacerlo con bici, lo malo fue que no pudimos disfrutar del paisaje por que había una niebla cerrada. En Salta dejamos el auto y después de pasear otro rato por la ciudad, fuimos en autobús a Jujuy. Ya se sentía Bolivia cerca, los colores, los olores el ritmo, había cambiado. Me gustó. Fue una tarde tranquila, de esas de cafetería e interminables charlas, teníamos muchas historias que contarnos, pero se me pasó volando.

Nos despertamos prontísimo, queríamos ver muchas cosas y no nos quedaba mucho tiempo. Empezamos por Pumamarca, un pueblito chiquito, construido prácticamente entero con adobe (vimos un hotel construido con adobe, impresionante!). El pueblo esta rodeado por el cerro de los siete colores. Es una caminata de 20 minutos, que merece la pena. El paisaje es completamente árido, solo hay unos inmensos cactus, nada más. Pero la tierra roja, hace un millón de formas. De aquí nos marchamos a Tilcara, un poquito más al norte, la verdad es que aunque solo pasamos unas horas, me gustó mucho y me quedé con pena de no haber estado más tiempo. Además tenía un par de contactos que me dio Santi (el amigo que me hice en Cosquín), que me hubiera gustado conocer. La verdad no descarto volver y estar un tiempo con más calma. Comimos unas empanadas muy ricas, yo probé llama. El último pueblito que fuimos a visitar es Humahuaca, este en comparación con los otros me gusto menos, de aquí tomamos un colectivo que nos llevaba hasta la Quiaca, Bolivia. Si, iba a cruzar a Bolivia, con las ganas que le tengo yo ha este país y sabía que tenía que volver en unos días a Santiago, no sé si para quedarme un tiempo o para seguir el viaje pero tengo una entrevista de trabajo cuando vuelva. La frontera era divertida, salías de Argentina, cruzabas un puente que no era de nadie y al otro lado estaba la aduana de Bolivia. La gente cruzaba hasta arriba de paquetes de un lado al otro. Cambié algo de plata y fuimos a la estación, nos esperaba un viaje de unas 10 h por un camino lleno de baches. Aunque viajamos de noche no puede dormir nada. Llegamos a eso de las 3 de la mañana a Tarija, hacía un frío impresionante, esperamos acurrucados a que amaneciera y así poder caminar para entrar en calor. Llovía, era el último día con Eugenia, al menos del 2011, quien sabe hasta cuando. Desayunamos, paseamos, fuimos al mercado, se notaba que estábamos en Bolivia, aun que Eugenia decía que era mucho más ordenado que el resto de Bolivia, a mi me gustó. Al final llegó la hora de ir al aeropuerto, como todas las despedidas, amarga. Aunque gracias a la puntualidad Alemana de las compañías aéreas estuvimos un par de horas espera. Pero al final llegó el avión. Yo volví a casa caminando, seguía lloviendo, pero me gusta caminar bajo la lluvia, no hay nadie en la calle, se camina tranquilo, me relaja.