sábado, 5 de mayo de 2012

!Un paréntesis en la rutina!


Por fin llego el día, después de una mañana tranquilita en el trabajo, el ambiente relajado reflejaba el paro que se venía, el lunes próximo aniversario por los caídos en las Malvinas y el jueves y el vieres días santos, conclusión no se trabaja en toda la semana. Que fácil verdad, es una de las cosas buenas de no tener un contrato con las vacaciones estipuladas. Así que después de comer y despedirme me metí en bus para ir a San Juan, que está (según los Argentinos) más o menos cerca (a unos 1200 Km., jaja), ahí había quedado con Ana, otra ICHABera. Ana es otra de esas almas que andamos errando por el mundo sin tener muy claro que es lo que vendrá mañana. Hasta ahora ha estado en unas granjas con un programa parecido al que yo estuve en Uruguay.

La cuestión es que ya estaba en el bus, tenía toda la noche para olvidarme de la legislatura y demás cuestiones menos interesantes que, VIAJAR. Para variar, habíamos decido quedar ahí por que ella estaba en una granja cerca de San Juan y así podíamos ir subiendo juntos, pero ninguno había dedicado mucho tiempo en planear el viaje, mucho mejor.
Después de unas 14 horitas en un autobús, llegue a San Juan, un poco aturdido pero al volver a sentir la mochila en los hombros noté que sin querer se me escapó una pequeña sonrisa. Estaba fuera de cualquier rutina, al menos por un tiempo. Empecé a caminar, por supuesto sin saber a donde iba, era temprano, las 6.00 si mal no recuerdo. La ciudad estaba dormida, pero a cada cuadra que avanzaba notaba que iba despertándose de apoco. Sin casi darme cuenta había caminado unas 20 cuadras y llegué a la casa de Sarmiento, era una casa de gruesos muros de adobe. En la visita hacían hincapié en que había resistido tres terremotos que prácticamente habían arrasado la ciudad entera, lo que llevó a plantearme otra vez la misma cuestión ¿Por qué cuando digo que me interesan las construcciones tradicionales como las de adobe la gente se extraña tanto? Si están adaptadas al entorno, ya sea climáticamente o estructuralmente ¿que necesidad tenemos de tanto hormigón o de tanto vidrio?, la verdad es que creo que la gente vive tan deprisa que no se para a cuestionarse nada.
Tras conocer un poco mejor la vida de sarmiento busque un sitio para pasar la noche por que Ana me mandó un mensaje diciendo que llegaba el domingo en vez del sábado. Caminando encontré un restaurante vegetariano, al cual no dudé ni medio segundo en entrar y para mi sorpresa había muchísima gente, me hizo mucha ilusión, además estaba todo riquísimo, llevaba tiempo sin disfrutar tanto de una comida. No sé si será la influencia Santiagueña pero después de la tripada que me metí y de lo poco que había dormido a la noche necesitaba dormir. Cuando desperté serían las cinco o seis de la tarde, por lo que decidí dar otro paseo, mientras caminaba leí un cartel pegado en las vallas de una obra: “festival en contra de la mega minería” y casualidades de la vida era esa misma tarde. Compré un litro de cerveza, pregunté donde era y fui para allá. Tocaban un montón de grupos locales y había charlas explicativas sobre las mineras. Me encantó. (Ane más te vale asegurarte muy bien del origen de las piedras y de la planta que usas ¡por que estos son de terror!). Como no es una zona con grandes betas con mineral tienen que volar montes enteros (no es broma) para obtener el mineral, para sepáralo utilizan arsénico, que contamina los ríos, y consumen más o menos el 50% de los recursos hídricos de la provincia, además de todo esto como trabajan el la frontera con Chile extraen casi todo el material por el otro lado y dejan solo el 3% de los beneficios. Pero no se de que me quejo si ellos que ¡crean empleo!, aunque lo que me pareció increíble es el doble rasero de la Cristina (bueno en realidad empiezo a no sorprenderme por nada…), que por un lado critica el imperialismo ingles al ocupar las Malvinas y por otro deroga leyes de protección de glaciares y ríos para que las mineras, estas eran Canadienses y Australianas, se forren a costa de arrasar Argentina utilizando técnicas extractivas prohibidas en sus países. Surrealista.
Bueno la cuestión es que la fiesta se alargo hasta altas horas de la madrugada y conocí a mucha gente muy interesante. Amanecí tarde, con algo de dolor de cabeza (de tanto pensar…) y después de desayunar fui a buscar a Ana a la estación. ¡Grande Anita! Ahí estaba ella, como una autentica mochilera, con tienda y todo y yo, boludo, me había dejado al mía en Santiago. Sin más miramos un poco el mapa y fuimos a Barrial, para visitar el parque de Leoncito, al sur oeste de San Juan, cerca de Chile.
La verdad es que ninguno nos planeamos que estuviera tan lejos, pero como íbamos poniéndonos al día de nuestras aventuras no nos dimos cuenta que íbamos a llegar hacia las doce de la noche, por suerte encontramos lugar para quedarnos. A la mañana siguiente nos despertamos tarde, sin prisa, fuimos a comprar algo para desayunar y con toda la calma del mundo nos tomamos unos matecitos mientras desayunábamos. Salimos a pasear cuando más calor hacía, caminamos buscando un mirador que llegamos a la conclusión que no existía y terminamos comiendo a la orilla del río, todo lo que se veía alrededor era inmenso, la vista se te perdía en el horizonte y si girabas la cabeza ahí estaba la cordillera, un muro gigantesco que se perdía en el cielo. La verdad es que la inmensidad del paisaje te hacia tan pequeño, que solo apetecía seguir contemplándolo sin importar que pasara el tiempo.

Ya descansados al día siguiente nos despertamos con un objetivo, llegar al parque del Leoncito, solo había un problema no había transporte publico, las excursiones eran carísimas y estábamos en una zona casi desierta donde apenas pasaba un coche. Pero ahí fuimos, decididos caminamos hasta la salida del pueblo, por el camino nos compramos unos panecillos con chicharrones, una bomba vamos, par que nos diera la energía necesaria. Y ahí nos plantamos, en una hora más o menos creo que solo pasaron un par de camiones que seguro no iban al parque. Mientras jugábamos con unos perros callejeros atraídos por el olor de la panceta calentita de nuestros panecillos, un coche nos “da” las largas desde la distancia, tenía algo escrito en el lateral pero no alcanzábamos a ver, era un cuatro por cuatro parecido al que usa la policía, yo ya pensaba que nos iba a echar diciéndonos que en un parque natural no se puede hacer dedo o cualquier otra chorrada, pero una vez más (y ya van un montón en este viaje) tuvimos una suerte que todavía no soy muy consciente, era uno de los guarda parques, Ricardo. Un tipo realmente divertido, que por supuesto nos llevó encantado. Nos fue explicando un montón de cosas y yo aproveche para bombardearle a preguntas que el encantado me respondió. Antes de llegar nos desviamos en un antiguo lago enorme, ya seco, me está pasando mucho durante este viaje, no tengo palabras para describir la inmensidad, ni las sensaciones que transmiten esos paisajes y estoy seguro que con las fotos tampoco lo consigo, pero bueno quedaran gravadas en mi retina para siempre. Una vez en el parque visitamos una antigua construcción de adobe, que se estaba viniendo abajo por que le había empezado a entrar agua por la cubierta y ya sabéis en las construcciones con tierra lo más importante son ¡unas buenas botas y un buen sombrero!, Lo que se podía visitar dentro del parque no era muy grande pero sin duda mereció la pena. Cuando termino su jornada nos volvió a llevar de vuelta al pueblo, habíamos visitado el parque y no habíamos gastado ni un peso y por supuesto ¡lo que es gratis sabe mejor! 


Nos sentíamos en racha y como el autobús de vuelta era tardísimo nos pusimos ha hacer dedo de vuelta a San Juan eran como unas 4 horas de viaje. Como estábamos medio de cachondeo no nos dimos cuenta que pasó bastante tiempo, pero por suerte un tipo nos levanto cuando ya estaba anocheciendo, era una ranchera antigua y nos metimos en el maletero, no pudimos hablar con el tipo pero parecía realmente amable puesto que se paraba a cada rato para preguntarnos íbamos bien. Cuando llegamos a San Juan estábamos cansados nos dormimos enseguida, creo que era ya miércoles cunado fuimos a visitar una bodega, ¡que vinos más ricos tienen en Argentina! Y después de la cata de unos Shirac, Cavernet Saubignon, Malbec y Torreontes, tomamos el colectivo camino Ichigualasto, al norte. 
Al llegar nos encontramos con el mismo problema que en el Leoncito, el pueblo estaba a unos 70Km del parque y no había transporte público, solo había unas excursiones que se escapaban de nuestro presupuesto y además no tienen en nuestra forma de viajar, se piensan que todos los europeos son ricos. Así que otra vez con mucha ilusión nos pusimos a hacer dedo mientras tomábamos unos matecitos para amenizar la espera, no llevábamos ni tres chupadas cuando se para uno ingeniero que estaba construyendo el tendido eléctrico que cruzaba el parque, para unirlo con la parte chilena. Aun que me dolió dejar el mate a medias, ahí fuimos directos al parque. El parque era impresionante, pero me decepciono el circo que tienen montado, era un saca cuartos, solo se podía acceder en tu vehículo en unas caravanas enormes, por suerte nos acoplamos a una pareja de porteños, que aunque no parecían demasiado contentos accedieron a llevarnos. Nos quedamos a dormir en el camping del parque, donde conocimos a un tipo que estaba recorriendo en bici desde tierra de fuego, a la Quiaca (frontera con Bolivia), unos 5000Km y a una pareja de Entre Ríos. Cenamos juntos, y a día siguiente nos acercaron hasta Talampaya ya en la Rioja. Por lo que decía la gente, hacía mucho calor aunque supongo que por mi adaptación al calor Santiagueño, no me pareció tanto. 
Nos paramos en la orilla de la carretera a hacer dedo y mientras comíamos unas granadas que robamos por el camino, en apenas unos minutos nos paro una ranchera nueva, con un matrimonio de Bolivianos dentro que nos dijo que nos llevaba en la parte de atrás, en el mapa parecía que estaba cerca y como estábamos en una zona casi desértica, para nada me esperaba lo que se venía, la carretera giro hacía la colina montañosa y se dirigió a toda velocidad hacía ella, desde atrás veíamos como se alejaba el desierto y empezaban las montañas , la carretera empeoro pero no aminoró la marcha y con toda la potencia de su auto nuevo iba dejando un rastro de polvo tras de sí, como un avión al surcar los cielos. El paisaje se volvía cada vez más impresionante, las montañas eran cada vez más grandes y para nuestra sorpresa ya llegando arriba leímos un cartel “ruta del Inca”, se estaba haciendo de noche y nosotros seguíamos en la parte de atrás de una ranchera viendo el atardecer, ya casi de noche llegamos a nuestro destino, pero cuando nos bajamos y le pregunto que hacía donde se iba a Catamarca nos dijo que subiéramos que le nos llevaba que le pillaba de camino. 
Nunca había echo dedo de noche, pero sin dudarlo volvimos a echar las mochilas en la parte de atrás nos acomodamos y con dos golpecitos en el capo seguimos el camino. El tipo (nunca nos dijimos los nombres) conducía a mil por hora o esa sensación daba desde atrás, pero daba igual, enseguida apareció la luna, estaba enorme como un gran queso de gruyer redondo, enseguida aparecieron las estrellas, la cruz del sur era nuestra única guía en aquella impresiónate noche, efectivamente íbamos hacia el norte, estábamos en el buen camino, la inmensidad del paisaje enmudecía, yo no quería que el viaje se terminara, nunca había ido en la parte de atrás de una ranchera de noche y mucho menos con un cielo así, que pena no saber más sobre estrellas, pero con solo mirarlas bastaba, este viaje sin duda creo que lo recordaré por mucho tiempo. Muy a nuestro pesar llegamos a nuestro destino un cruce de carreteras donde solo había una garita de policía y un bar y además la noche estaba bien entrada, pero la verdad ninguno nos pusimos nerviosos si no encontramos sito para dormir a una mala la noche pasa, pero quien quiere algo lo encuentra, y le preguntamos al poli a ver si nos dejaba montar la tienda detrás de su garita, sin ponernos la más mínima pega nos dijo que si, por lo que fuimos a cenar algo que nos lo habíamos ganado. Cuando llego la hora de montar la tienda fue un cachondeo, que si aquí no que hay un sapo, que el perro me mira, que no vamos a entrar pero Anita no sabe que a uno de Bilbo y encima cabezota, no se le puede decir que ¡no se puede! Conseguimos entrar en una tienda de uno con todas las mochilas y aunque Ana se empeñaba en decir que no, yo creo que entraban el perro y el sapo que teníamos durmiendo al lado. No entiendo muy bien como pero dormimos genial. 

A la mañana siguiente quedaba poco para que me volviera para Santiago y estábamos en un sitio que ni si quiera pasaba el autobús, pero una vez más un matrimonio nos acerco hasta el siguiente cruce, en el pueblo compramos algo para hacer unos bocatas y un señor mayor nos volvio a llevar a Anillaco (el pueblo de Menem), no era lo que estábamos buscando, pero la verdad es que el entorno era impresionante. Ahí conocimos a Shelo un tipo con el que me hubiera gustado pasar más tiempo. No me acuerdo a que se dedicaba pero si que a parte de su trabajo se dedicaba al campo, vendían nueces que ellos mismos recogían, aceite, uvas de su pequeña finca y cuando podía se adentraba el solo en las montañas a pescar o a cazar, Shelo aprovechando que tenía que llevar unas nueces nos hizo una ruta turística, vimos las construcciones típicas de adobe de la zona, una pena porque muchas estaban abandonadas. Ya estábamos cerca de La Rioja y como estábamos en racha volvimos a hacer dedo esta vez no pararon una pareja joven ella canadiense y el suizo (creo) bueno unos tipos muy majos con los que fuimos a otra bodega, comimos queso y charlamos durante un buen rato. Al final ya de noche, después de viajar en cuatro vehículos diferentes llegamos a La Rioja, era el último día el domingo tenía que volverme que sensación  más rara, volverme por que tenía que trabajar! Pero bueno es lo que toca. La despedida como siempre amarga y ya van un montón durante este viaje, lo único bueno es que al despedirte de alguien se que el viaje sigue y voy a conocer a gente nueva.
UN ABRAZO MUY GRANDE Y BUEN VIAJE FLACA!!!